Por lo general, es recomendable no tener dinero parado en la cuenta corriente, independientemente del motivo por el que nos haya llegado ese dinero (rendimientos del trabajo, alquileres, la lotería, etc). id:79059
Con una remuneración de los depósitos nulas, ahorrar es necesario, pero no es suficiente, si se tiene en cuenta el efecto perverso que genera la inflación sobre el dinero que tenemos y que no vamos a necesitar. En caso de resultar agraciados con algún premio de la lotería, la única alternativa para no ir empobreciéndose con el paso del tiempo es invertir el dinero.
Dicho esto, no se trata de invertir de cualquier manera. Antes de hacerlo, será esencial definir los objetivos que se quieren lograr, así como los horizontes temporales, en los que se quieren conseguir. De este modo, se lograrán dos objetivos: no tener un exceso de tesorería, lo cual, tiene un coste de oportunidad (si no se va a necesitar, debe estar invertido). Por otro lado, tendremos una asignación de recursos responsable y ajustada a los objetivos y necesidades personales en cada momento.
Por todo ello, recomendamos utilizar fondos de inversión como vehículo. Lo primero a considerar cuando se invierte es la gestión de riesgos. Y, en este sentido, este vehículo permite diversificar sencillamente por clases de activos, geografías, etc.
Igualmente, es relevante pensar en los costes de implementar las inversiones. Invertir vía fondos de inversión es más barato que operar con acciones, bonos o derivados.
Y, no menos importante, es el aspecto fiscal. Con los fondos de inversión (cuando el titular es una persona física), en la medida en que no se venda la posición, todas las ganancias brutas se reinvierten, beneficiándose del diferimiento fiscal junto con el efecto de capitalización compuesta.
Por último, creemos que es más eficiente, barato y con mayores probabilidades de éxito seguir la ponderación mundial de las bolsas para tener exposición a la evolución de todas las compañías del mundo, evitando así especular con sectores, tipos de estilos o las propias compañías.