Los destellos que desprenden las pantallas alteran la melatonina, hormona inductora del sueño REM, que es cuando soñamos y nuestro cerebro se reorganiza. id:59902
Dormir rodeados de fuentes lumínicas, así como la exposición a ellas justo antes de irse a la cama, se ha convertido en la tónica general durante estos días de confinamiento y teletrabajo. La situación actual ha potenciado aún más el uso de los smartphones, las tablets y ordenadores portátiles, tanto en el ámbito laboral como en el personal. Sin embargo, esto repercute negativamente en la calidad del sueño y, por consiguiente, puede acarrear posibles problemas como el desarrollo de diabetes, obesidad o depresión.
Según un estudio realizado por la National Sleep Foundation, cuatro de cada diez estadounidenses se lleva su teléfono móvil a la habitación a la hora de acostarse. Entre los adolescentes de 13 a 18 años, el porcentaje asciende hasta un 72% y, en general, el 61% de los estadounidenses usa su ordenador o portátil al menos cinco noches a la semana antes de dormir. Esta tendencia es probable que haya aumentado tras el confinamiento.
La Dra. Sonia Montilla Izquierdo, neurofisióloga clínica del Centro de Medicina del Sueño del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, recomienda evitar el uso de ordenadores, tablets o smartphones media hora antes de acostarse o leer ebooks en dispositivos sin retroiluminación. “La exposición a pantallas puede provocar dificultad para conciliar el sueño, ya que el destello de la iluminación del teléfono móvil o la Tablet altera la melatonina, que es la hormona que induce la fase REM del sueño en la que nuestro cerebro se reorganiza y descansa”.
También es aconsejable dejar completamente a oscuras el dormitorio durante las horas de sueño. Y es que, si bien las luces que producen los pilotos que indican el stand by o el nivel de carga de los dispositivos parecen insignificantes, lo cierto es que también tienen un efecto considerable en la calidad del sueño. Por lo tanto, se debe procurar que todas estas luces estén apagadas. “En algunos casos, como por ejemplo en niños, el uso de alguna luz para dormir no representa un problema, pero es importante evitar los indicadores de los dispositivos móviles”.
La especialista explica que el descanso del organismo está sincronizado con el ciclo solar. El cuerpo se activa y se desactiva en función de la luz ambiental. La invención de la luz eléctrica ha hecho que cada vez resulte más difícil dormir completamente a oscuras. “Esto parece confundir nuestra sincronización con la luz solar alterando así nuestra secreción de melatonina, la hormona inductora del sueño. Y consecuentemente, se reduce la activación de la fase REM, clave para nuestro descanso”, señala la Dra. Montilla.
En cualquier caso, aunque se apaguen todas las luces para dormir, resulta nocivo que los ojos hayan estado expuestos a una luz cercana al rostro. Esto se debe a que la concentración de melatonina se altera debido a un fotopigmento de algunas células de la retina, que son particularmente sensibles a la luz violeta y azul, la que emiten las pantallas. Por ello, es fundamental descansar la vista un rato antes de acostarse y asegurarse de todas las luces están completamente apagadas.