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‘El capitalismo. Cambio, evolución y progreso’ de Ramón Casilda Béjar

El Capitalismo. Cambio, evolución y progreso de Ramón Casilda.
El Capitalismo. Cambio, evolución y progreso de Ramón Casilda.

Con prólogo de Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE

sábado 25 de enero de 2020, 08:46h

El Director General del Instituto de Estudios Económicos, Gregorio Izquierdo, presentó el pasado jueves ‘El capitalismo. Cambio, evolución y progreso’, editado dentro de la colección Punto de Vista del IEE.

Ramón Casilda afirma que el capitalismo es la economía de mercado. En la economía de mercado la variación en los precios es el indicador de la escasez de los bienes tanto para consumidores como para productores. Así, los productores reciben información sobre las intenciones de compra de los consumidores. La modificación de los precios relativos incentiva al productor a incrementar la fabricación del bien más demandado (expectativas crecientes de ganancia), a la vez que se reduce la producción de los otros bienes. El requisito fundamental para el funcionamiento de la economía de mercado es la propiedad privada.

En la economía de mercado, el Estado tiene la obligación de asegurar un marco jurídico que permita la libre competencia y la iniciativa de las empresas. Esto incluye la protección de los derechos de propiedad, la intermediación en los conflictos y la actuación cuando la competencia no sea posible o esté limitada. Para la existencia de mercados libres se necesita que los distintos gobiernos ejerzan el control y la supervisión de los derechos, tanto de los productores como de los consumidores, en lugar de influir e interferir en sus actividades.

El capitalismo crea riqueza y bienestar a través de un creciente avance en los niveles cada vez más altos de productividad, perfeccionamiento tecnológico, innovación y conocimiento

Si verdaderamente algo distingue al capitalismo, como sistema económico, es su creciente capacidad para crear riqueza con éxito. Lo hace a través de un gradual avance hacia niveles cada vez más altos de productividad y perfeccionamiento tecnológico, conocimiento e innovación, además de establecer una sociedad donde la libertad económica es la condición del progreso. El capitalismo representa un orden económico basado en unos principios, que pretenden un sistema justo, equilibrado y exigente para el bien común. Por tanto, el capitalismo puede considerarse no solo como un modelo económico de producción, sino también como un modo de acción y, sin duda, como una interpretación de la vida en todos sus aspectos.

El capitalismo es dinámico porque demuestra que su existencia se asocia con su evolución; es complejo, por la versatilidad de las relaciones de sus componentes, los denominados factores de producción (tierra, trabajo y capital); y es adaptativo, por su capacidad para hacerlo según los tiempos históricos que definen las nuevas realidades y necesidades de cada época. De esta forma, el capitalismo combina el pleno reconocimiento de la propiedad privada, el papel esencial de la iniciativa individual y el afán de lucro dentro de una economía de mercado.

Una evolución del sistema se plasma en el llamado capitalismo global interactivo que tiene como protagonistas las distintas economías nacionales, dentro de un mercado global participado por las empresas de toda clase y condición, interconectadas profundamente por las tecnologías de la información y comunicación, que cohesionan y hacen posible un espíritu empresarial socialmente innovador por donde fluye el conocimiento con una intensidad nunca antes conocida. Actualmente vivimos tiempos disruptivos, transgresores y convulsos. En este ambiente se está produciendo la reinvención del capitalismo, el sistema que más riqueza ha creado a lo largo de la historia de la humanidad, teniendo a la empresa como la gran propulsora y motor del crecimiento económico, verdadero generador de bienestar social. Por tanto, se hace imprescindible conocer, con precisión, las claves y los nuevos referentes que se identifican con su cambio y evolución.

En la actualidad también se incorporan nuevas consideraciones al concepto de economía de mercado, como las relativas al capitalismo inclusivo, que involucra a los líderes de las empresas, del gobierno y de la sociedad civil en sus esfuerzos por hacer que el capitalismo sea más dinámico, sostenible e inclusivo. De esta forma, la configuración de unos incentivos adecuadamente estructurados, la participación significativa de las partes interesadas y de los gobiernos, así como el liderazgo de empresas efectivas, pueden generar una prosperidad amplia y sostenible de una manera que respete las comunidades y el medio ambiente para las generaciones venideras.

El sistema económico capitalista también ha sido adoptado en países no democráticos, y, a tenor de los resultados, con indudable éxito

Las empresas pueden ejercer un papel activo en la construcción del capitalismo inclusivo; la empresa no deja de ser el principal agente de bienestar social, a través del empleo que genera, los recursos que aporta a la financiación del gobierno y la producción eficiente de bienes y servicios que mejoran nuestra calidad de vida. Es cierto que la empresa puede asumir todavía más retos adicionales, pero los tenemos que hacer compatibles con su competitividad. Si no son competitivas, las empresas no serán sostenibles, y tampoco lo será nuestro nivel de bienestar alcanzado, que no tiene parangón en la historia de la humanidad.

La clave del capitalismo es la capacidad para salir al encuentro de los grandes problemas críticos del propio sistema; aquí radica su vocación de cambio y evolución para su reinvención, como lo atestiguan históricamente las sucesivas crisis que le han ofrecido una nueva oportunidad para la misma. Si el capitalismo democrático ha sobrevivido como sistema es por su propensión a reinventarse. Por esta razón, al igual que la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial sirvieron para que el capitalismo diese un importante paso adelante con la creación del Estado del Bienestar, que fue apoyado tanto por los partidos conservadores como por los socialdemócratas, ahora, tras la Gran Recesión, se presenta otra oportunidad para dar un paso importante de mejora.

El cambio y la evolución del capitalismo son posibles, y también deseables; las empresas más vanguardistas son la punta de lanza, y en ello están. Pero que nadie se equivoque; no deben promoverse para sofocar la creatividad del mercado, sino para darle un contenido mucho más firme al proceso y hacer valer ciertos principios de funcionamiento, con una serie de valores éticos, que estuvieron presentes en el pensamiento fundacional del sistema que modeló Adam Smith.

Ramón Casilda Béjar es profesor de economía y negocios internacionales en el Instituto Universitario de Investigación de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Alcalá; de la Escuela Diplomática, Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación; y del Instituto de Estudios Bursátiles. Ha sido director de la Cátedra de Dirección Internacional de Empresas del grupo Santander, Universidad Nebrija.
Ramón Casilda Béjar es profesor de economía y negocios internacionales en el Instituto Universitario de Investigación de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Alcalá; de la Escuela Diplomática, Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación; y del Instituto de Estudios Bursátiles. Ha sido director de la Cátedra de Dirección Internacional de Empresas del grupo Santander, Universidad Nebrija.
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