Ricardo Alcón, Client Development Manager de NielsenQ España; Luis del Real, director Global de Investigación Comercia y shopper de Lactalis y Juan Vilar, analista oleícola internacional y consultor estratégico analizaron la situación del aceite de oliva durante y tras la crisis del covid. id:78948
En el hecho de que la pandemia nos obligara a estar en casa hizo que cambiaran nuestros hábitos de consumo. Al margen de incorporar en nuestra compra diferentes productos, también se produjeron cambios en la selección de aquellos que forman parte de la cesta de la compra diaria como es el aceite de oliva.
“Se produjo una sofisticación del consumidor que al no poder comer fuera ni frecuentar bares ni restaurantes, destinó una mayor cantidad de dinero a escoger y consumir elementos y productos de un segmento más alto que el que consumían de forma habitual”, comenta Juan Vilar, analista oleícola internacional y consultor estratégico. “
Esto hizo que, en el caso de los aceites de oliva, se decantaran por la categoría virgen extra en detrimento de los virgen y refinados”.
En este sentido, Luis del Real, director Global de Investigación Comercial y Shopper de Lactalis comentó: “El aceite de oliva en nuestro país tiene un patrón muy asociado al consumo en el hogar. Una buena parte de la hostelería se rige por criterios de costes bajos y suelen utilizar grasas más baratas para cocinar, en cambio en casas nos gusta disponer de un aceite de oliva tanto para su consumo en frío como para cocina con él, por lo que la categoría se vio muy favorecida durante el confinamiento”. A lo que Ricardo Alcón, Client Development Manager en NielsenlQ España añadió: “Todo esto tuvo una consecuencia adicional que favoreció a productos de mayor valor añadido como el AOVE debido a que al quedarse una parte del presupuesto liberado para consumir en el hogar nos permitió dar un salto cualitativo en diversos productos como es el aceite que crecieron por encima de la media en el consumo de los hogares”. “El lockdown que se estableció en prácticamente todos los países occidentales y la incertidumbre en el consumidor, llevaron a otros dos efectos: una primera reacción inmediata da acaparamiento de productos básicos, desde el famoso caso del papel higiénico hasta el aceite de oliva, que dependiendo del país y la categoría vimos crecimientos semanales de las venta de entre un 30% y un 70% respecto al año anterior y, durante los siguientes meses del año y en los confinamientos posteriores, las ventas en el canal de alimentación crecieron entre un 10 y un 40% según la categoría”, añadió Ricardo Alcón.
El precio, el gran caballo de batalla
Sin embargo, a pesar de ese crecimiento que produjo la pandemia, tras la misma, el consumo del aceite de oliva volvió a bajar. “Una vez que volvemos a recuperar ciertas rutinas de consumo, como es volver a la hostelería, devolvemos la “cuota prestada” del consumo en el hogar”, comenta Ricardo Alcón. “Efectivamente hemos vuelto al punto de partida y el consumo de aceites de aceites de oliva vírgenes extra que se producía en el hogar ha sido sustituido por otros aceites consumidos mayoritariamente en restauración”, añade Juan Vilar. “En España el consumo per cápita de aceite de oliva es muy alto y difícil de mantener, por eso a largo plazo tiene una ligera tendencia a caer que funciona con dientes de sierra, según el precio de cada temporada. Sin embargo, en países con bajo consumo como Estados Unidos y Europa central y del norte, la comercialización del aceite de oliva va muy bien”, puntualiza Luis del Real. Y añade: “Más allá de estas cuestiones geográficas, hay una tendencia de fondo por mejorar la salud y buscar alimentos más sanos. Creo que la pandemia ha hecho que la sociedad sea aún más sensible a las cuestiones de salud. Este es un eje de crecimiento que claramente favorece la venta del aceite de oliva a largo plazo”.
Todo esto hace pensar que, a pesar de la subida durante la pandemia, el aceite de oliva extra virgen todavía le hace falta más recorrido y parte de ese problema depende en gran medida, como admiten los expertos en el precio. “Ese factor es muy importante y especialmente relevante si tenemos en cuenta que los aceites se encuentran entre las primeras familias de productos de gran consumo en términos de gasto para los hogares españoles. Cualquier cambio en los precios impacta directamente en la cesta de la compra, sin sustitutivos en otras familias o categorías”, asegura Luis del Real. “Los consumidores son conscientes de que la mejor calidad nutricional y organoléptica es la del aceite de oliva virgen y, aunque en los productos básicos, como este, la elasticidad de la demanda a cambios de precios es menor que en los productos más sofisticado, sigue siendo relevante, de tal manera que un incremento de precio de la categoría del 10% nos llevaría a un descenso de ventas del 7%”, añade Luis del Real. Por su parte, Juan Vila apuntó que tampoco hay que perder de vista que “España es el país que con mayor producción de aceites de oliva lampantes y que cuenta con mayor número de refinerías del mundo, lo que hace que esos aceites formen parte de una costumbre de uso arraigada. Los aceites de oliva vírgenes han contado con muchos adeptos en las últimas décadas, pero aún los refinados superan levemente a los vírgenes y la falta de categorización y denominaciones de los aceites de oliva no es clara, por lo que hace que no sea entendido de forma sencilla por todos los consumidores”.
Ricardo Alcón, Luis del Real y Juan Vilar serán algunos de los expertos que estarán presentes en la World Olive Oil Exhibition que se celebrará en IFEMA Madrid los días 8 y 9 de marzo de 2022 y que supone en punto de encuentro entre los países productores, consumidores y empresas adyacentes en torno al aceite de oliva a nivel mundial que buscan consolidar su negocio.