Es evidente: los precios de bienes de consumo, bienes inmuebles, acciones y obligaciones están subiendo. Eso significa que el poder adquisitivo del dinero está en declive. id:56148
Traducción del Degussa Market Report realizada por:
A título ilustrativo, si los precios de acciones aumentan, tu dinero podrá comprar menos acciones. Además, también significa que: mientras las personas que poseen activos, cuyo precio aumenta, se hacen más «ricas», las personas que poseen dinero se hacen más «pobres».
Uno podría pensar:¿y qué más da? Algunas personas son más inteligentes que otras. Esas personas toman la decisión acertada de invertir en «activos reales» en lugar de poseer dinero, mientras que otros son demasiado vagos y dejan pasar la oportunidad de sacar provecho de la situación. No obstante, uno de los principales problemas de este razonamiento es que se olvida de la causa reprochable de la subida de precios generalizada: el sistema de dinero fiduciario.
1 La devaluación continua del dólar estadounidense
Poder adquisitivo de un dólar estadounidense en lo que respecta al IPC y a los precios de la vivienda
Fuente: Thomson Financial, World Gold Council; gráfico de Degussa. Series indizadas.
El dinero fiduciario redistribuye la renta y la riqueza
En el sistema actual del dinero fiduciario, los bancos centrales, en colaboración con los bancos comerciales, aumentan sin cese la cantidad de dinero mediante la expansión crediticia. Es decir, aumentan el crédito y, al hacerlo, emiten dinero nuevo, creado de la nada; dinero que no está respaldado por ahorros reales.
Los primeros receptores del dinero nuevo son, claro está, los más beneficiados: pueden cambiar su dinero nuevo por bienes y servicios a unos precios inalterados. A medida que el dinero nuevo va pasando de mano en mano, por decirlo de alguna manera, la demanda de elementos a la venta aumenta, lo que se traduce en unos precios de bienes más altos.
Los últimos receptores del dinero nuevo solo tienen la opción de comprar a precios ya aumentados. En consecuencia, la renta y la riqueza de los primeros receptores del dinero nuevo aumentan en detrimento de los últimos receptores del dinero nuevo, sin olvidarnos de todas aquellas personas que no ganan nada con el aumento del suministro de dinero. La emisión de dinero fiduciario crea ganadores y perdedores.
Es justo lo opuesto a lo que ocurre en un mercado verdaderamente libre, donde las personas negocian de forma voluntaria entre ellas y ambas partes se benefician de la transacción. En un régimen de dinero fiduciario, son los primeros receptores del dinero nuevo los que «hacen su agosto» a costa de aquellos que llegan por detrás.
Así las cosas, no hay forma de escapar de esta redistribución coercitiva de la renta y la riqueza, puesto que los gobiernos han monopolizado la producción de dinero. Los ciudadanos están obligados a utilizar el dinero fiduciario de los gobiernos. Los «candidatos alternativos a convertirse en dinero» han quedado ilegalizados o han perdido su competitividad mediante las leyes sobre monedas de curso legal y/o supeditándolos al impuesto de plusvalías y/o al IVA.
La emisión de dinero fiduciario no puede y no pretende ser beneficiosa para todos, sino que se lleva a cabo a favor de unos y en detrimento de otros. En líneas generales, aquellos que cuentan con fácil acceso a créditos bancarios son sin duda los más beneficiados: gobiernos, bancos comerciales y de inversión, grandes empresas y el sector financiero en general.
Los más desfavorecidos, por el contrario, son aquellos colectivos que desarrollan actividades bastante alejadas de la producción de dinero de bancos centrales y bancos comerciales: empresas que no reciben pedidos y contratos del colectivo de los primeros receptores del dinero nuevo y también, claro está, sus trabajadores.
Definición engañosa de la inflación
En los últimos años, la teoría económica imperante ha insistido en que la inflación es en realidad una subida del precio de los bienes de consumo superior al 2 por ciento anual, y mucha gente se lo ha creído. No obstante, se trata de una definición bastante confusa y engañosa del «fenómeno de la inflación» por varios motivos.
El aumento del dinero fiduciario no solo se nota en los precios de bienes de consumo, sino que también afecta a los «precios de activos»: precios de, por ejemplo, acciones, obligaciones, bienes inmuebles, arte, etc. Durante las últimas décadas, las políticas inflacionistas de los bancos centrales se han dejado notar sobre todo en el aumento de los precios de activos y no tanto en aumentos repentinos de los precios de consumo.
Sin embargo, debemos tener claro que un aumento en el precio de los activos erosiona el poder adquisitivo del dinero de la misma manera que un aumento en los precios de bienes de consumo. Aun así, los bancos centrales, con el apoyo intelectual de la teoría económica imperante, defienden que la inflación debe medirse en función de los cambios en los precios de bienes de consumo y no de los cambios en los precios de activos.
Existen buenos motivos para creer que la pérdida real de poder adquisitivo del dinero es (mucho) mayor de lo que sugieren las estadísticas de precios de bienes de consumo. Por ejemplo, en el periodo que va del año 2000 al año 2019, el dólar estadounidense (en efectivo) ha perdido el 35% de su poder adquisitivo en comparación con los precios de bienes de consumo.
En ese mismo periodo, el dólar estadounidense ha perdido el 53% de su poder adquisitivo en lo que respecta a la vivienda. En otras palabras: los ciudadanos deben gastarse más del doble de dinero por una casa hoy que hace 20 años (en igualdad de otras condiciones), o bien tienen que ahorrar durante el doble de tiempo o tienen que pedir prestado el doble que hace dos décadas.
2 Aumento de la liquidez, aumento de los precios de activos
La masa monetaria estadounidense (en miles de millones de dólares estadounidenses) y el índice S&P 500
Fuente: Thomson Financial; cálculos de Degussa.
Burbuja y estallido
Otra consecuencia de la emisión de dinero fiduciario es la burbuja artificial que provoca. El aumento del suministro de crédito no respaldado por ahorros reales hace que los tipos de interés caigan de forma artificial hasta niveles muy bajos. Esto, a su vez, desincentiva el ahorro, aumenta el consumo y también fomenta una inversión adicional.
La mala noticia es que la burbuja conlleva un consumo excesivo y unas inversiones inadecuadas.
Los ciudadanos viven por encima de sus posibilidades. Consumen más y ahorran menos que en una situación en la que el tipo de interés del mercado no se hubiese reducido de forma artificial. Las compañías se embarcan en inversiones que, «en condiciones de mercado no adulteradas», no resultarían rentables.
No obstante, mientras los tipos de interés del mercado sigan bajando de forma artificial mediante inyecciones de dinero fiduciario basadas en una expansión del crédito, la burbuja continuará. Si la entrada de crédito y dinero adicional se detiene, sin embargo, y el tipo de interés del mercado vuelve a su «nivel normal», la burbuja estallará.
A la gente le encanta la burbuja, pero todo el mundo odia el estallido. En consecuencia, una vez han puesto en marcha la burbuja, los bancos centrales pueden contar con el apoyo de políticos, bancos, compañías industriales, sindicatos, trabajadores e incluso pensionistas para adoptar todo tipo de medidas encaminadas a mantener la burbuja, porque nadie quiere pagar la factura que está acumulando esa burbuja.
El resultado de esto es que los bancos centrales siguen reduciendo los tipos de interés cada vez más y siguen metiendo crédito y dinero en el sistema, para mantener la burbuja viva. Parece probable que, con esta política, la falsa expansión económica continúe su curso durante algún tiempo. No obstante, cada vez serán necesarias «medidas más agresivas» para mantenerla.
No hay que ser ningún experto para comprender lo que esta «estructura de incentivos corrupta» nos deparará: los bancos centrales seguirán con la inflación. En primer lugar, tratarán de seguir inflando los precios de activos, porque contribuyen a la burbuja, pero nadie se lo reprocha: la gente no se queja de la «inflación de los precios de activos» y nadie echa la culpa a los bancos centrales ni a sus políticas por ello.
Dicho esto, la lección que debemos aprender es la siguiente: el dinero fiduciario —ya sea el dólar estadounidense, el euro, el yuan chino, la libra esterlina, el franco suizo, etc.– continuará, con toda probabilidad, perdiendo poder adquisitivo con el tiempo. En algunos casos será más rápido y en otros, menos. En cualquier caso, la gente debe saber que el dinero fiduciario no es una reserva de valor segura.
Podría llegar un momento en el que el sistema de dinero fiduciario se derrumbe por completo, puesto que la inflación es una política que no puede durar para siempre. Sin embargo, no sabemos cuándo llegará ese momento. Por lo tanto, la recomendación mínima sería esta: no debemos confiar los ahorros de toda nuestra vida al dinero fiduciario y no debemos esperar que la burbuja estalle a corto plazo.
Bitcoin, performance of various asset classes